Sentir que “algo anda raro” sin poder nombrarlo es más común de lo que creemos. Quizás te levantaste sin ganas, o estás más irritable de lo habitual, o simplemente “apagado/a”, sin motivo aparente. Y en lugar de indagar, preferís mantenerte ocupado/a, distraerte… pero ese peso interno sigue ahí.
Este artículo está dirigido tanto a adolescentes que viven ese desconcierto desde adentro, como a padres que lo observan en sus hijos y buscan cómo marcar presencia sin intervenir de más.
El Desconcierto Emocional en la Adolescencia: Síntomas y Riesgos
Durante la adolescencia los cambios físicos, sociales y afectivos se aceleran: el cuerpo, los vínculos, los grupos sociales se transforman. Todo ese movimiento genera sensaciones internas que muchas veces no sabemos traducir en palabras.
Cuando no logramos identificar lo que sentimos, nuestras reacciones pueden ser más impulsivas o automáticas:
- Enojarse sin saber por qué
- Alejarse o aislarse
- Desconectarse de uno mismo
Las 4 Barreras Comunes que Bloquean la Conciencia Emocional
Existen algunas razones habituales:
- Falta de costumbre de mirar hacia adentro: no nos enseñaron a preguntarnos “¿qué me está pasando?”
- El ritmo de la vida (escuela, amigos, familia, pantallas) nos deja poco espacio para el silencio.
- La “voz interior” puede estar tapada por ruido emocional, físico o mental: estrés, irritabilidad, expectativas.
- Para los padres: a veces cuesta dar espacio sin juzgar, sin “arreglar”, y eso frena que el joven se exprese.
Estrategias Prácticas para Leer tu Cuerpo y Acompañar sin Presión
Para adolescentes:
- Leé interna y pausadamente: “¿Dónde lo siento en mi cuerpo? ¿En el pecho, en la garganta, en los hombros?”
- Permitite decir: “No lo sé”. A veces nombrar la confusión es ya un paso.
- Elegí una mini-acción: respirar profundamente 2 minutos, escribir lo que sí sé aunque sea vago, mover el cuerpo.
- Buscá una persona de confianza con quien puedas decir: “Estoy sintiendo esto extraño…”. Que no espere una explicación, solo que escuches y seas escuchado/a.
Para padres:
- Observá sin intervenir inmediatamente con soluciones: “Te veo distinto/a, ¿querés que charlemos?” puede abrir más puertas que “¿Por qué estás así?”.
- Dales espacio para que sientan sin presión de tener que explicar. La presencia es más potente que el diálogo rápido.
- Evitá frases como “¿Por qué no haces …?” o “Tenés que …”: en este momento lo más útil es el acompañamiento.
- Invitá a buscar ayuda profesional si la desconexión persiste, hay llanto frecuente, aislamiento prolongado o irritabilidad constante.
¿Qué puede ganar si me permito explorar lo que siento?
- Mayor auto-conciencia: reconocer qué está pasando en mí.
- Mejor relación conmigo mismo/a y con quienes me rodean.
- Habilidades para gestionar emociones antes de que éstas me gestionen a mí.
- Las investigaciones sobre la inteligencia emocional muestran que reconocer y gestionar emociones facilita la adaptación, la salud mental y los vínculos.
Palabras finales
No saber qué siento es un llamado interno a detenerse, mirar, preguntar. No se trata de tener que definir rápido, sino de abrir el camino hacia el sentir.
La próxima vez que aparezca esa sensación de “no sé qué me pasa”, hacé esto:
- Respirá.
- Observá dónde lo sentís en el cuerpo.
- Preguntá: “¿Qué necesito ahora?”.

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